Los quintos de 1974 están de celebración este año porque cumplen 50 años, por lo que han querido hacer algo especial.
Han organizado una completa agenda de festejos en la que nuestro violín eléctrico ha tenido un importante protagonismo.
La tradición de los quintos se remonta al S. XVIII cuando se estableció un sistema de reclutamiento que duró hasta 1912.
Aunque realmente la primera disposición de reclutamiento por quintas data del S. XV.
Hoy en día esta tradición es totalmente festiva y en ella toman parte tanto hombres como mujeres nacidos en el mismo año.
Violín eléctrico en Ordizia
Hace un par de semanas me llamaron invitándome a participar en su gran día los quintos de 1974 de Ordizia.
Dentro de su programa de festejos, la comida era uno de los momentos más importantes.
Ha tenido lugar en la sidrería Tximista, que está a pocos metros del centro de la localidad.
Mi participación se ha dividido en dos partes: el cocktail de bienvenida y la música tras la comida.
Hoy había una mala previsión climatológica, pero en Ordizia ha hecho un día increíble.
Por ello han aprovechado para realizar el cocktail en la terraza de la sidrería.
He interpretado un repertorio tranquilo, con versiones de temas modernos, música de películas y canciones de siempre.
El otro protagonista del cocktail ha sido Unai, el cortador de jamón con el que coincidimos en varias bodas.
Tras la comida, en el momento de los postres, he comenzado con la segunda parte de mi actuación.
Música más animada, con muchos temas disco y música bailable.
También he incluido música vasca, propicia para hacer pasacalles.
La animación ha sido mayúscula, participando todos los presentes.
La propuesta ha tenido muy buena acogida, ha sido un éxito.
Para mí ha sido una bonita experiencia, no todos los días se toca el violín entre kupelas…
He llevado nuestro equipo de amplificación.
Durante el cocktail se ha podido apreciar su calidad de sonido y, además, tras los postres se ha visto que tiene potencia suficiente para animar a cerca de 80 invitados.
He de destacar el trato que me han dado en todo momento, como si fuera uno más.
He comido de maravilla, un espléndido menú de sidrería, y he disfrutado del ambiente.
Seguro que recordaré durante mucho tiempo esta visita a Ordizia.
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